Según fuentes locales, el municipio israelí obligó a Muhanad Bashir a derribar la casa donde vivía con su esposa y sus tres hijos.
A Bashir se le dio unos días para ejecutar la orden, para evitar pagar multas y costos de demolición si su equipo de ocupación municipal ejecutaba la medida.
La mayoría de los ciudadanos de Jerusalén han tenido que cumplir con estas órdenes israelíes para evitar pagar sumas exorbitantes a la IOA.
Los jerosolimitanos no tienen más remedio que construir sin licencia porque no hay mapas estructurales que respondan al aumento natural de la población, por lo que se niegan los permisos de construcción.
La IOA impone restricciones de construcción a los nativos palestinos en Jerusalén y les dificulta la obtención de permisos de construcción.
Se cree que la demolición sistemática israelí de hogares palestinos en la Jerusalén ocupada tiene como objetivo destruir psicológicamente a las familias de Jerusalén en un intento de expulsarlas de la ciudad santa.
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